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miércoles, 20 de julio de 2011

Olmecas, triple problema sin resolver

Los olmecas fueron un pueblo que apareció de manera súbita en torno al 1.300 a.c. en Mesoamérica (raíces culturales y antropológicas de Centroamérica y de parte de México) y que supusieron un cambio drástico en el sistema de vida paleo-indio.

La aparición de los olmecas en el continente supuso para los pueblos nativos de aquellas regiones un salto prácticamente de la edad de piedra a la sociedad agrícola, citadina, ganadera e industrial capaz de trabajar el hierro, el oro, la plata, la obsidiana y la piedra de una manera tan formidable que sólo pudo ser igualada por los mayas muchos siglos después.

Uno de los grandes problemas de la arqueología olmeca es averiguar de dónde salieron estos adoradores del jaguar, el águila y la serpiente, cuya irrupción en la historia supuso para los pueblos aborígenes de Veracruz en México que se saltaran varias edades de la evolución humana, como son el neolítico y la edad del bronce, si no es que la del hierro también.

Las primeras especulaciones sobre este problema partieron, como es lógico, de las culturas andinas, que como se sabe ya sin ninguna duda, llevaban por aquel tiempo del primer olmeca, muchos milenios organizados en ciudades espectacularmente construidas en lo que podríamos calificar de "el techo del mundo suramericano".

Sin embargo, la fisionomía de los pueblos andinos no tiene el menor parecido con la del olmeca.

A quién se parecen los rasgos faciales, la indumentaria, el porte e incluso el arte, es un problema aún más inquietante y difícil, ya no de explicar sino de aceptar por parte de la comunidad antropológica, el problema de que una parte son negroides, por no decir negros como los masai, dogón o nubios africanos.

Para poner peor las cosas, hay otra parte de las fisionomías olmecas que son, además sin lugar a dudas, claramente asiáticas pues el arte del olmeca es lo suficientemente realista como poner en graves aprietos a todas aquellas teorías pseudo-darwinistas relativas al aislamiento del continente americano.

Por si con esto no tuviéramos bastante, podemos añadir a este maremagnum de cosmopolitismo olmeca, el olmeca barbudo, el olmeca de rascos europeos al que le han crecido las barbas, y para rizar el rizo, aquel otro olmeca que tiene rasgos orientales y además luce exhuberantes barbas en un gesto que se parece bastante a una mezcla entre la postura del loto y el héroe bueno del teatro chásico mandarín.

Pero no acaba aquí el problema. Hoy está de moda todo aquello relacionado con los mayas porque precisamente ahora, en apenas año y medio se termina un ciclo cronológico de 5.125 años, ciclo que se conoce como calendario de cuenta larga o de la precesión de los equinoccios. Un ciclo que se ha demostrado científicamente exacto hasta cotas que no dejan de asombrar a los expertos, y que se encuentra simbolizado en una serie de cronogramas de piedra cuidadosamente tallados que se conocen vulgarmente como "calendarios mayas de cuenta larga".

Los más entendidos explican que cada vieja ciudad maya o anterior (olmeca) albergaba su propio calendario en el que figuraban las peculiaridades y totemizaciones de cada una de las comunidades que se veían identificadas en uno de los núcleos urbanos, diferencias en la forma que no en el fondo que es la forma de medir el tiempo y los signos de cada umbral, y esto es extensible también a los calendarios aztecas.

Pues a tenor de que las excavaciones, a medida que se profundizan y se abren nuevos estratos en los yacimientos, se pone de manifiesto que no alguna de las ciudades aztecas y mayas tuvieron un origen olmeca, sino que lo tienen la mayoría de ellas, lo cual parece dar la razón a aquellos que apostaron por que el calendario maya y azteca, con sus diferencias lógicas crónicas y diacrónicas, son en realidad variantes o derivaciones del que se debería calificar como calendario olmeca.

Y esta afirmación supone otro problema más a añadir a la arrogante bofetada que supone para la razón y la ciencia actuales, la presencia olmeca.

Así pues, si se saltaron varios peldaños en las edades del hombre ¿de dónde sacaron el tiempo que se necesita para observar el cielo de manera tan precisa como para comprender un ciclo que dura más de 5.000 años con todo lujo de detalles, como expresan los citados calendarios de cuenta larga?

El problema olmeca es por tanto una triple incógnita que mantiene en perpetua controversia a los expertos, un misterio al que si no solución una navegación mucho más desarrollada de la que se ha previsto, tendremos que recurrir a Mulder y Scully para que nos la resuelvan.

En arqueología e historia, no hay nada escrito (valga la contradicción) y hablar de los olmecas, los antepasados más directos que tienen los mayas es borrar todo lo que se ha escrito de ellos, porque suponen un misterio que escapa a toda lógica y que únicamente entraría dentro de lo posible si se aceptara de una vez de manera oficial la posibilidad de la conexión transatlántica entre los continentes americano y africano, y la transpacífica entre Asia y America, o incluso la circunnavegación global.

Sea como fuere, y las últimas investigaciones parecen confirmarlo, deberíamos empezar a transformar la idea generalizada de que Europa es la cuna de las culturas y el adalid del desarrollo tecnológico y las comunicaciones, por otra idea un tanto más controvertida, y durante el pasado siglo descabellada, que indica lo contrario. Parece que Europa ha sufrido precisamente un aislamiento cultural y tecnológico global durante el último milenio del que sólo ha empezado a salir desde que Cristóbal Colón y Marco Polo se arrojaron al escabroso mar en buscade lo ignoto, como ya lo habían hecho una legión de héroes desconocidos y aventureros de todo el mundo, muchos milenos antes.

Cuesta digerir tales afirmaciones, es comprensible. Y las pruebas de todo esto hay que buscarlas en los continentes porque el océano se ha tragado todo lo demás y ha corroído todo posible resto arqueológico. Pero la lucha hacia la verdad y la luz del conocimiento continúa por más que se esfuercen los cánones de la vieja escuela, y no tardaremos en recibir sorprendentes conclusiones como está y nuevas hipótesis que siquiera imaginamos de la mano de la intuición y de la ciencia, corceles bravíos e indomables que tiran del carro de la humanidad con más brío que nunca.

La vieja discusión de los arqueólogos del "qué pintarán aquí estos objetos tan raros", y la terquedad del historiador que se aferra al "no puede ser porque aquí lo pone", se abre en esta segunda década del siglo XXI con más fuerza que nunca.

La polémica esta servida sobre la mesa y echa humo, soplen con cuidad no se vayan a quemar... y buen provecho.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Akenatón, el faraón hereje


Amenofis IV - Akenatón es el faraón más polémico y controvertido de toda la historia de Egipto. Todo lo referente a él-ella subyace en el más profundo misterio. Su colosal estatura, su peculiar fisionomía, su espectacular pensamiento y una estructura craneal inclasificable han generado todo tipo de especulaciones y polémicas.
Se forjó de la nada una capital de la civilización en derredor de su carisma, protagonizó una revolución cultural y religiosa en la que los privilegios del clero de Amón se vieron tan seriamente afectados que pasó a la historia como el faraón hereje.
Pacifista empedernido, patrono del comercio y experimentado navegante capaz de guiar sus naves observando las estrellas, desapareció en ocasiones durante años quizás para recorrer los confines de la tierra, jamás lo sabremos. La última referencia que se tiene de él-ella es también la última referencia de su familia materna los "mayas" y su único hijo varón entre incontables hijas de la belleza, fue el último representante de la dinastía XVIII al cual el clero permitió reinar durante los pocos y trágicos años de su infancia bajo el nombre cismático de Tut Ank Amón.

De la capital de la cultura y ciudad de la luz, y del imperio de la paz, no quedó piedra sobre piedra, de la familia Maya no quedó un sólo resto.
No hay tumba ni momia del hombre-mujer-dios. Quizás la última égida de sus viajes y su civilización fue a parar a manos socráticas antes de desaparecer para siempre en la hoguera, para que un atónito aprendiz de anchos omoplatos pudiera escuchar de los labios de aquel mago esotérico, recopilador y traductor de los grabados que las huestes helénicas iban sustrayendo en sus conquistas, los relatos que inspiraran de manera un tanto encriptada y un tanto tuerta, la famosa y legendaria epopeya de la Atlántida.
Indigesto ¿verdad? Así quiso el clero de Amón que pasara a la historia este itinerante rompedor de dogmas. Amonitas, hititas, cruzados y finalmente el islam se empeñaron en hallar su oro y borrar toda huella de su paso por el mundo en un siglo iluminado dentro del incendiado segundo milenio a. c. De este mito no hay restos orgánicos identificables. Lo poco que nos ha llegado se ha expoliado, desvirtuado y filtrado sucesivamente, y resquicios tangibles en forma de tallas y algún relieveque, que las arenas del desierto y las fosas del Nilo han querido preservar. Hasta la Red parece ocultarlo pues hay una impresionante escultura en granito de su cráneo al desnudo y a tamaño natural reposando en el museo de arqueología de El Cairo, que lo dice todo, pero que aún nadie se ha atrevido a publicar en el ciberespacio o tal vez alguien paga fuertemente a Google y a Yahoo para que no se divulge su perturbadora imagen.
Pero existe, yo la he visto y tengo una réplica en miniatura encima de mi escritorio que compré en unos barrios por donde supuestamente no debería pasear ningún turista por no se qué de armas de destrucción masiva.
Algún día volveré a recorrer los aromas de El Cairo para capturar esta insólita imagen y mostrárosla, antes de que sea todo vuele por bombas de los gringos o de los talibanes.
Nadie como Él-Ella para inaugurar este blog, el espécimen más especial, más carismático, más ausente y más presente de toda la historia, de quien una leyenda atribuye cinco apariciones simultaneas en el mundo por cada vez que se le asesinaba, aunque como ya todos sabéis, esto también es imposible.