viernes, 2 de noviembre de 2012

Arqueología extraterrestre

Prolífico filón de restos imposibles para la ciencia son los que ponen en evidencia, ya no sólo la existencia de una vida extraterrestre más avanzada que la que se da en la Tierra, sino de un continuo acompañamiento y guía del ser humano a través de los tiempos.

Resulta imposible hacer un recuento exhaustivo de mitologías y leyendeas que revelan este tipo de presencias en todas las culturas antiguas a lo largo y ancho de nuestro planeta, si es que realmente podemos otorgarle el adjetivo posesivo. 

A todo este conocimiento ancestral es preciso sumar las ingentes bolsas de información oral y gráfica que se producen cada día, y que, gracias a las tecnologías relacionadas con Internet se ponen en circulación por las redes y foros para el regocijo de los investigadores y foros de mente abierta, y desesperación de los estamentos gubernamentales y religiosos que se ven desbordados ante la velocidad con que vuela la información, y cada vez más incapaces de sugetar a sus fieles y de frenar un caudal de evidencias que son el preludio de un gran cambio que tiene como perdedores necesarios al conjunto de nihilistas enamorados del poder que durante milenios han puesto fuego al conocimiento y a los conocedores.

Así son los nuevos tiempos, queridos hermanos, regocijaos porque la cuenta atrás ya está en marcha, y los verdugos de la razón se tiemblan en sus tronos.

No obstante, a mí me sorprende notablemente comprobar como casi a la vez que se producen hallazgos fuera del tiempo o del orden natural supuesto por la ciencia y diversos credos, surgen de todos lados lados contranoticias y contrainvestigaciones dispuestas a desmentir por todos los medios estos hallazgos, si no es que se apresuran a destruir o contaminar las pruebas para hacer valer sus intereses por encima de todo.

Supongo que hacer público un contacto oficial con civilizaciones extraterrestres traería una inmediata disolución de fronters, porque la frontera entonces sería el espacio, o la tecnología, y lo mismo ocurriría con los principales estamoentos religiosos, que tendrían que reescribir la historia, finiquitar evangelios y quedarse en paro, o peor, pasar de la ostentación absoluta al ridículo absoluto, decididamente no lo pueden permitir.

Mas la experiencia de milenios de oscuridad les ha hecho tremendamente eficaces, aún hoy, en que sus tentáculos son más rápidos que los pies alados de las nuevas comunicaciones. 

Ejemplo de ello es el artículo que les deseo presentar. Se trata de uno de los mejores hallazgos arqueológicos que tengo conocimiento. Un hallazgo silenciado y emborronado en la oscuridad del anonimato y de bruma de una curiosa siembra de falsas pruebas, aderezada con la desaparición de los restos y de su descubridor. 

También me sorprendió lo rápido que se han avalanzado los buitres de noticias sensacionalistas y las víboras del ocultismo profesional, sobre los yacimientos donde se encontraban estos restos, para profanar y corromper la escena, casi como si conocieran lo que guardaban las entrañas de estos yacimientos para saltar sobre ellos tan pronto como se produgeran los hallazgos.

Esto sé que ocurre de manera cotidiana en los yacimientos americanos, donde el expolio es sistemático y apenas llega a los museos un 1% de los restos que ven la luz al construir una casa o ampliar una autopista, pero ¿en Egipto? 

Yo he recorrido Egipto y me llevé la sensación de que la arqueología científica tenía perfectamente controladas las excavaciones y los procedimientos. 

Pero parece que no, no es así. Parece que siguen haciendo de las suyas los arqueólogos de pico y pala (y dinamita) del siglo XIX, heroificados por codiciosos personajes como Indiana Jones, que desmantelaban lo que se les ponía a tiro. 

Estos siguen trabajando a destajo también en Egipto mientras que los utilizan resina y pincel ven cancelarse las subvenciones en cuanto dan con algo que se sale de lo normal, si no es que se les exige un silencio y una sumisión que creía impropias de estos tiempos.

El primer caso es el de un hallazgo de 1997 por parte de un alqueólogo checo retirado (o refugiado) en Pensilvania, USA, en cuya universidad expone fotografías y resultados de las excavaciones realizadas en Lahun (Egipto) en la tumba de uno de los dioses de la dinastía 12, llamado Senusret II o Sesostris II

El investigador obviamente no puede dar su nombre, y aparece en revistas y blogs con el pseudónimo de Viktor Lubek, nombre que ha servido para que todo aquel que quiera omitir su trabajo pueda escudarse en que no existe nadie con ese nombre que encaje en la descripción. ¡Manda huevos, ¿para qué son entonces los pseudónimos?!!!

Nada más darse la notica, no del descubrimiento, sino de su publicación, se hecharon encima los de esa secta ufológica de los "reptilianos" para terminar de emponzoñas el asunto, puesto que estos, son como el rey Midas pero al revés, todo lo que tocan lo convierten en mierda, con perdón.

Y finalmente aparecieron centenares de oportunistas creando noticias raras, sin dataciones, sin comprobaciones y mezclando este hallago con el de otros "grises" encontrados, por ejemplo, por el dinamitero Howard Carter en el prolífico Valle de los Reyes, en concreto, uno de los infantes emparentados con Tutanjatón, cuya fisonomía extraterrestre salta a la vista de modo similar al del resto de esta hibrida sagrada familia.

Los ineptos pseudoperiodistas y blogueros de tercera que lanzaron estos artículos copiados al pie de la letra unos de otros, añaden además una imagen donde aparece un moral borrado malamente donde aún se aprecia uno de estos "grises" de toda la vida, para dar la sensación a cualquier profano en egiptología que esas tres imágenes (la de Lubek, la de Carter y la del mural) son las únicas pruebas o indicios arqueológicos que tenemos para suponer que los extraterrestres estuvieron con nosotros durante todo el desarrollo de la civilización.

Entre listos obedientes y tontos de remate que venden a su madre por atraer visitas a su blog o revista, tenemos como resultado un mar de confusión donde sólo existe otra prueba incontestable de que verdaderamente tuvimos una familia sagrada en la Tierra, y que realmente existieron, no un hombre-dios como nos han hecho creer en la infancia, sino muchos, la mayoría de los faraones de Egipto, además de otras grandes líneas en Perú y Mesoamérica, conocidas de momento.

Pero donde más se ufanan los desprestigiadores de las nuevas ciencias, y los prestidigitadores de la información (o tóxico informantes) es, en que no se encuentra por ninguna parte el ayudante de Sesostris II que aparece en la foto de Lubek, cuyo nombre aparece en las paredes del sepulcro, y es, Osirunet, que significa "el navegante de Osiris" o "navegante de Sirio", y que muchos traducen como "viajero de las estrellas". 

Más claro agua, o sea, si para desligitimar el hallazgo se sirven de que los blogueros lo siguen publicando aún hoy como una noticia actual, teniendo décadas (o más) de su descubrimiento, eso es lo de menos. No hay nada como agarrarse a que los restos de la foto no existen, o sea, que no se encuentran ni en el Museo de Antropología de El Cairo, ni en el Museo de Historia de El Louvre, ni en el Museo Real Británico de Expoliología e Historias... ¿Se les ha ocurrido mirar en los subterráneos y los angares de la US Army? Lo malo es que ahí se van a cargar esta preciosa momia, las neveras no son buenas para los restos de 4.000 años. 

Sí, 4.000 años, han leído bien. Ya se que todos los papagayos han repetido hasta el aburrimiento que Osirunet tiene sólo 2.000 años, pero es que hasta para copiar son ineptos. Se les olvidó poner el detalle "A.C.". En la escuela, estos blogueros copiaban en los exámenes al compañero que suspendía... Vamos, hasta mi hijo de 7 años sabe que Sesostris II vivió a principios del siglo XIX.

Desde aquí rompo una lanza por esta magnífica foto, totalmente auténtica, y brindo por el asesor de Sesostris II, el bello Osirunet, que como el propio Osiris supongo que fornicó hasta la saciedad para poner en la especie humana una gotita de sangre gris, un gota de esperanza. Esperanza que no me van a arrebatar chismosos digitales ni la voz atronadora de la academia ni de la bestia que se sienta en Roma.

Ya os queda menos.

lunes, 23 de abril de 2012

Costa Rica, un problema de "bolas"


Estas bolas no son precisamente "de pendejos"

En América, "hacerse bolas" es literalmente liarse, en España significa inventar mentiras y creérselas. 

Calificar algo como "una bola" es como decir que se trata de una grave calumnia que se lanza para derribar estamentos bien arraigados, iconos sociales o históricos, o instituciones poderosas que de otro modo no podrían ser derribados. 

De hecho, el juego de "bolos" es una metáfora de lo que pueden hacer ciertas falsedades e injurias sobre las torres más altas. Y estas esferas es lo que pueden hacer con la historia oficial se se las dedicase un estudio medianamente objetivo y razonado.

Algo así podría asegurarse que sucedió en el país del oro y las piedras preciosas, el país que los primeros españoles que lo vieron sólo pudieron calificar de la costa dorada, la costa "rica", y que al bautizarlo (con perdón del cristianismo y el permiso de los cristianos que aún buscan la verdad), derribaron a golpe de fuego y espada los iconos del pensamiento atlántico que allí sobresalieron durante milenios y que atrajeron periódicamente a sabios de todo el mundo para estudiar los astros, el tiempo, y realizar los ajustes correspondientes en aquellos calendarios bestiales de 5.125 años, cuentas de tiempo incomprensibles aún hoy para las mentalidades post alejandrinas que creen que todo tiempo pasado fue peor, cuando sólo fueron peores para la propia ignorancia.

Los arqueólogos tenemos otro problema en Costa Rica, en forma de grandes moles de piedra perfectamente esféricas que sirven a miríadas de escritores de toda índole para elucubras variopintas hipótesis, y a la arqueología para "jugar a los bolos" con sus esquemas mejor consensuados. Quiénes las fabricaron, quiénes las pusieron allí de esa manera, para qué servían... son todo un misterio para quienes no quieres mirar de frente lo evidente: el epicentro de una colosal cultura transatlántica multimilenaria que transmitió sus vibraciones no sólo a lo largo de toda Atlán o América, como la llamamos ahora, sino a lo largo de todo el globo, una auténtica eregía que perpetra la arqueología al sentido común puritano y a la ortodoxia evangelica que decansa detras de las actuales cátedras de la historia.

No por ello vamos a callar los que tenemos ojos para leer y oídos para escuchar los ecos de pueblos casi extintos que han sido subyugados y humillados para expoliar su inmensa riqueza e historia, no callaremos ni cesaremos en los anáilisis de las pruebas arrinconadas y descatalogadas que nos descubren las selvas a medida que se van desforestando, no callaremos aunque jamás nos ganemos la vida con el estudio, y sí quizás lo contralio, la perdamos.

Mis lectores de blog me reclaman que escribo poco, que los tengo abandonados, que debo sacar a la luz todas mis conclusiones. Tienen toda la razón y les debos una disculpa, pero tengan paciencia pues pronto se va a publicar una gran parte del trabajo de toda mi vida en formato de ensayo, y comprendan que debo presentar el puzzle al completo para ser tenido en cuenta medianamente, dado que ofrecer por separado dichas conclusiones debilita mis hipótesis, por aquello del "divide y vencerás", hipótesis que tampoco son del todo mías, yo más bien soy un recopilador de cuentos aborígenes, que luego intenta entrelazarlos para darles un sentido que esté lo más de acuerdo posible al registro arqueológico, eso es todo.

El mérito no es por tanto mío sino de aquellos que han sido capaces de conservar la memoria de sus orígeneres y que me han dado su confianza al contarlos. No obstante, acercaré a este blog mi percepción sobre el paradigma de las esferas de Costa Rica dado que en mi libro ni siquiera menciono este tema, a pesar de ser crucial para entender los ladrillos de la historia, pero por motivos de espacio y por ser mi debut como escritor no he incluido éste y otros capítulos fundamentales del pasado remoto, de nuestros paraísos olvidados.

Ubicación de los megalitos esféroides

Si nos asomamos un poco a la tan denostada como imprescindible wikipedia encontraremos una descripción de las esferas de piedra de Costa Rica similar a ésta: son un grupo de más de quinientas petrosferas ubicadas principalmente en el sur de Costa Rica en la llanura aluvial del Delta del Diquís (confluencia del río Sierpe y el Río Grande de Térraba), en la Península de Osa y en la Isla del Caño, que configuran un conjunto megalítico único en el mundo por su número, tamaño, perfección y formación de esquemas organizados cuya abstracción es completamente ajena a parámetros naturales.

A lo que cabe añadir que hemos de decir "esferoides" y no esféricas, porque no son del todo perfectas, sino que muestran ciertas deformidades imperceptibles a simple vista que son idénticas a los achatamientos polares que muestran los planetas del sistema solar, como la Tierra, debido a su rotación.

Este tipo de imperfecciones son más difíciles de explicar que una supuesta esfericidad absoluta.

Datación de las bolas de Costa Rica

No hay datación sobre su fabricación, la ortodoxia las ubica en el siglo IV ac. sin que yo pueda comprender en qué se basan, si los sedimentos arqueológicos que se encuentra a su alrededor muestran cerámica polícroma de "Buenos Aires” (1000−1500 ac.), y además se ha establecido que la zona estuvo habitada, al menos, desde el 6000 ac. 

Obviamente, no se puede realizar la prueba del carbono 14 a objetos inorgánicos como las piedras, pero si los hacemos a los objetos orgánicos excavados en el nivel de la base de las esferas que no han sido removidas nos arrojan cifras escalofriantes alrededor del 9.000 ac. lo que nos situaría en los albores de Perú (Caral) y Siria (Göbekli Tepe), cuyas ciudades rivalizan en antiguedad a todo lo conocido en el mundo.

El nihilismo prudencial de los arqueólogos que cuentan con sustanciosas becas, atribuyen esta antigüedad a que las piedras se han hundido por sus hasta 16 toneladas de peso, hasta estratos que no se corresponden a su verdadera antigüedad, a lo cual me permito añadir que vaya puntería que tuvieron los del primer milenio ac. de ir a establecerse, con lo grande que es la selva, precísamente donde hubo presencia humana postneolítica durante al menos 8 milenios más. 

Pero bueno, hasta nuevos datos cada quién tendrá que juzgar según su criterio. Lo que es seguro es que no son del 300 ac. al 300dc. en que la historia oficial las ha ubicado. 

Y se preguntarán porqué la historia obvia numerosos restos arqueológicos, y admite dataciones tan absurdas como ésta, y es muy sencillo, yo se lo explico.

La historia es un enorme edificio al que mucha gente le gusta poner piedras encima, y cabe reconocer que ha alcanzado alturas vertiginosas en el tiempo, tallando escenarios con gran lujo de detalles, continuando el símil, como si de una gran catedral gótica de muchos picos se tratase, lo cual es admirable.
Sin embargo, si para colocar una gran piedra es prreciso remover las que están debajo, porque no no serían capaces de sostenerla por muy bien labrada que se halle o muy bien que encaje con otras muchas otras piedras grandiosas que no tienen cabida en el colosal edifificio, ahí empiezan los problemas, las subvenciones se acaban, las trabas burocráticas acosan, los amigos se marchan... y las piedras que es preciso remover resulta que son de la cimentación de la historia, les puedo asegurar que hasta los accidentes se suceden.

La datación de cuatro siglos arriba y cuatro siglos abajo respecto del año cero del cristianismo se debe a una máxima de la historia, un axioma o dogma de esta rama de la ciencia que el sistema educativo encuadra en el mundo de las letras: nada había más avanzado que los griegos en el tiempo de los griegos.

Esta máxima obviamente se refiere al período helenístico, pues los micénicos son considerados unos mercenarios obstinados en expoliar a kmt (Egipto), por su oro y su ciencia, en una eterna lucha desgual del bronce contra el hierro que finalmente se produce con la caída de Troya, episodio que detalla Homero en el siglo VIII ac refiriéndose a las canciones épicas que llevan cantándose más de cuatro siglos antes.

El período que mejor conocemos de Grecia es el helenístico, cuando ya Egipto es un vago recuerdo, cuando ya ni se recuerda el idioma que se hablaba en la cuna de la cultura mediterránea. Era la Grecia de Atenas y Esparta, espejos simétricos de Tebas y Menfis en calidad y espíritu. Tiempos en que la geometría la física, la filosofía, la matemática, la astrología y la astronomía eran una misma ciencia, tiempos en que Euclides, Sócrates, Pitágoras, Arquímedes, le hemos supuesto el amanecer del conocimiento cuando en realidad sólo recogen el testigo de las civilizaciones conquitadas del sureste mediterráneo.

Las esferas de Costa Rica ponen de manifiesto la misma febril y pertinaz obsesión por el estudio de la esfera en todos sus aspectos y aplicaciones, tanto para explicar lo que está arriba (cronología basada en el heliocentrismo) como lo que está abajo,  la agricultura, la construcción, el pensamiento, la ciencia del espacio y el tiempo, la cosmología, los aspectos de la Naturaleza que luego los conquistadores llamaron dioses... 

Si la historia oficial no es capaz de reconocer que las logias de Grecia son la consecuencia del expolio de Egipto, cómo van a plantear que idénticos conocimientos, o más bien tan superiores que asombran a las tecnicas de medición actuales pudieran ser pretéritos a Grecia, la datación es totalmente fortuita para no arrebatar a Grecia lo que se sabe que fue arrebatado de Egipto, y lo peor de todo es que se sabe que el conocimiento atlántico (americano) es anterior a Egipto, pues los restos materiales indican que es contemporaneo a Siria.

El problema es que se sigue buscando oro, y retener el oro robado, no se busca la verdad.

Historia del descubrimiento de las bolas de Costa Rica

Al igual que casi toda la historia de la conquista europea, es una historia de horror y destrucción sistemática. Las masacres se esconden siempre tras la palabra de dios, palabra que se escribe siempre con sangre y hollín.

Cuando en 1516 los conquistadores Hernán Ponce y Bartolomé Hurtado pisaron Costa Rica debió deslumbrarles tanto el oro y las joyas de los indígenas que ni repararon en megalitos ni construcciones ancestrales, solo vieron metal y mujeres que "coger" para divertirse. Nada bolas ni de escritos filosóficos, estos seres no conocían la rueda y sí la geometría del Unicverso, la magia de las esferas.

Los escritos que los sustentaban debieron dar muy buen sabor a la carne, porque sí sabemos de grandes parrilladas que hicieron con ellos por la gracia de dios.

Luego pasó por allí Francisco Pizarro en 1547, quien dejó escrito en Los Anales Sur-Americanos,  lo siguiente: "Escuché que los altos señores de este imperio (Perú) se reunían cada cuatro años en el País de las Bolas (Costa Rica), donde, al parecer, recibían consejos de grandes sabios". 

En corroboración a esta descripción la arqueología costarricense ha recuperado infinidad de objetos de influencias artesanales tanto de aztecas, mayas, olmecas (los imperios del norte en todas sus épocas) como de chibchas, quechuas e incas (los imperios del sur). Se sabe además que existió una escuela de sukías llamada Guayabo, ubicada en Turrialba de Cartago, que debió ser la homóloga en Atlán (América) a la Biblioteca de Alejandría, que corrió la misma suerte 1.200 años antes a manos de los primeros cristianos.

No hay más referencias a estas bolas en los demás informes de los conquistadores. Parece que se las tragó la selva hasta que en 1939 la compañía bananera estadounidense Standard Fruit Company las "descubrió" mientras desforestaba la el país para cultivar el banano. Ya entonces se supusieron un misterio y se desencadenó un enorme tráfico de arqueología con el material que rondaba a las grandes bolas, y con las propias bolas de menor tamaño que fueron rápidamente dispersadas por museos y colecciones privadas. 

Los madereros estadounidenses dinamitaron algunas de las bolas más grandes con la esperanza en encontrar oro en su interior, algo que se llebaba haciendo desde la llegada de los españoles con pirámides y otras construcciones, y que sirvió a la iglesia para obtener material de construcción de primera calidad y sólidos cimientos incluidos, disponibles por arte de magia para sus prolíficas catedrales en todo el continente, nuevo para ellos, y que servirían a los salvages domesticados, como aún hoy afirman descaradamente, para ganarse el perdón de dios y la vida eterna.

Las bolas y sus escenarios no le importaron a nadie, el mundo se convulsionaba en una guerra mundial y tan sólo un investigador, cuyo nombre podría ser un pseudónimo (Doris Stone) ya que significa "piedra dorada", se atrevió a divulgar uno más de los grandes misterios ocultos de Atlán, escribiendo un pequeño artículo arqueológico de  publicado en 1943 en la revista American Antiquity, que cinco años más tarde atrajo la atención de Samuel Kirkland Lothrop, conservador del Peabody Museum y catedrático de Harvard, cuyas investigaciones sobre las bolas de Costa Rica dieron como resultado en 1963 el libro Archeology of the Diquís Delta.

Debido al reconocimiento que tuvo este libro por parte de la comunidad científica internacional, en 1970 las autoridades costarricenses protegen las esferas y los yacimientos, han tratado de recomponer las que fueron dinamitadas y han creado un parque para ubicar las que fueron recuperando y devolviendo de manos privadas, y cuyo emplazamiento original se perdido. Incluso los estudiantes y vecinos de Palmar Norte bloquearon las calles para impedir la salida de los camiones que intentaban robarlas.

En 2010 se tramitó su protección oficial mediante su declaración de patrimonio de la humanidad por la UNESCO, petición que aún no se visto satisfecha.

La cultura y el mito

Su presencia ha sido siempre una piedra (valga la redundancia) en el zapato de la historia oficial. La literatura oportunista ha hecho también su agosto debido a la distribución de estos megalitos, que parecen seguir patrones estelares a escala, lo cual además de las típicas fantasías de trasnochados románticos y ufólogos que ni afirmo ni desmiento, lo que han planteado sobre todo son preguntas, preguntas que no tienen una respuesta oficial todavía porque la repuesta que emerge espontáneamente a la luz de los restos, es que las poblaciones autócnas mesoamericanas, cuyos supervivientes son denominados aún hoy abiertamente como "salvajes", poseían un conocimiento de la astronomía tan asombroso que sólo ha sido posible comprobar científicamente en la década pasada gracias a la invención del telescopio nuclear y la recepción de la información procedente de la sonda Hubble.

La cronología que subyace bajo este conocimiento del cosmos es la que podemos leer en los calendarios olmecas, mayas y aztecas  de cuenta larga, calendarios que reflejan escrupulosamente ciclos de 26.000 años y eras de 5.125 años como la que se inición el mismo año de la coronación del primer faraón de la primera dinastía (Namer), el mismo año en que los vedas dan comienzo a la era denominada Kali Yuga, aunque los hebreos dan origen a los tiempos 657 años antes y los chinos lo inician en torno al 1.300 ac, coincidiendo con la desaparición de los ahmósidas en el Mediterráneo y la aparición de los olmecas en Mesoamérica. 

Meses con periodos lunares, como las menstruaciones humanas, días de festividad que permitían ajustar los ciclos lunares, solares, y los de los planetas, etc. era demasiado complicado para las civilizaciones postptolemaicas en oriente y postcolombinas en occidente, obligaban a mirar demasiado al cielo y a la Tierra, y a prestar demasiada atención al pasado y también al futuro, por lo que el calendario cuadriculado gregoriano se impuso desde los orígenes del cristianismo y es este el que perdura, el que no quiere saber de avisos y de re-ligamiento con la Naturaleza, la Phisis, lo que siempre fue el significado de "religión". Pero religioso es hoy y siempre aquel que ama la Naturaleza y vive integrado con ella de forma sostenible y respetuosa. Lo que hoy se entiende por religión es precísamente su antítesis.

Todo esto hace pupa, mucha pupa, hay demasiado dinero, poder y orgullo que podría tambalearse si la humanidad comenzase a admirar a las poblaciones indígenas del mundo, y si los buscadores de la Verdad acudiesen a los laboratorios y a los talleres de arte en lugar de a las iglesias, las mezquitas y las sinagogas. 

Esto es muy difícil, creo que nos extinguiremos con el último árbol conduciendo todoterrenos e intoxicando el aire, el agua y los medios de comunicación, pues somos tan necios que recibiríamos a los extraterrestres o a los ángeles cuya venida esperamos, a cañonazos, antes dejarnos doblegar. 

Han surgido muchos mitos orbitando a las esferas de Costa Rica, lo que yo opino es que servían para ajustar el calendario, el grande, el de cuenta larga. Y que acudían a ajustarlo las naciones de toda la Tierra desde tiempos inmemoriales, aunque el indígena actual al que más recuerda es al peruano, al colombiano y al mexicano, que es la fotografía que nos hizo Pizarro. 

Estos congresos internacionales de sabios astrónomos de la más remota antigüedad es una afirmación catalogada de imposible, pero real y dolorosa para muchos. 

Se ha afirmado de mil modos diferentes que lestas bolas fueron construidas por descendentes de la Atlántida, pero no de la epopeya que se flambeó con la biblioteca de Alejandría, sino del continente que sabemos que se describía en ella gracias a los discursos de Sócrates, y que originaron la obstinación de los sabios griegos por las esferas y su geometría. 

De qué manera conocían la peregrinación de los astros con semejante exactitud es otro misterio que obliga a evocar a los extraterrestres. Hoy contamos con documentos desclasificados y material grafico de evidencias extraterrestres como para para un tren, tenemos sobrados testimonios de personas del máximo prestigio que darían para muchos libros enumerar y examinar en detalle sus experiencias ufológicas, y sin embargo se nos obliga a creer en ángeles bíblicos que nadie vivo ha visto, y negar las manifestaciones actuales o bien caer en la discriminación intelectual y el ostracismo, la excomunión científica y por supuesto la otra.

La única explicación racional que se me ocurre para semejante conocimiento astronómico, quizás es que he discurrido poco, es la extraterrestre, a menos que otros hominidos anteriores a nosotros hubieran desarrallado telescopios y sondas del sistema solar similares a las nuestras, no lo sé. Lo que sí es evidente es la existencia del calendario de cuenta larga que gracias a la selva escapó a la damnatio española, y la de estas piedras, cuya perfección en la talla y cuya distribución (la de las pocas que no han sido removidas de su ubicación original) permite asegurar una finalidad geométrica en el ajuste del menionado calendario. Esto es una evidencia irrefutable, y si supone reescribir la historia pues habrá que ponerse a trabajar, caiga quien caiga. 

Otras piedras similares

Existen otras piedras que podrían ser similares, no lo sé pues no las he visto más que por fotografías en Internet, en lugares tan dispersos como Cuba, Nueva Zelanda, Isla de Pascua, Cartago y Bosnia.  Cuya existencia se ha considerado desde natural, hasta como instrumentos de balística. El razonamiento es obviado en todos los casos ¿en que casos la naturaleza produce esferas perfectas? ¿para propulsar un proyectil es necesaria la perfección que muestran estas piedras? El nihilismo detesta razonar porque supone mucho esfuerzo.

CUBA

Lopez de Gomara, describe las bolas de la isla de Cuba, apenas de pasada, en su Historia General escrita en el siglo XVI, como balas de las primeras escopetas fabricadas en Europa: “Hay una cantera de piedras redondísimas, que sin repararlas más de cómo las sacan, tiran con ellas arcabuces y lombardas”.

Fernández de Oviedo, en su Historia general y natural de las Indias, islas y tierra firme del mar océano, Libro primero, Capítulo VI, añade: "De las pelotas redondas, como piedras de lombardas, que natura produce e se hallan en la isla de Cuba o Fernandina". 

Al menos éste se extiende un poco más: "Hay un valle en la isla de Cuba que dura cuasi tres leguas entre dos sierras o montes, el cual está lleno de piedras redondas, como de lombardas, guijeñas, e de género de piedra muy fuerte, e redondísimas en tanta manera, que con ningún artificio se podrían hacer más iguales e redondas, cada una en el ser que tiene. E hay de ellas desde tamañas o menores que pelotas de escopetas; e de ahí adelante, de más en más grosor creciendo, las hay tan gruesas como las quisieran para cualquier artillería, aunque sea para tiros que las pidan de un quintal, e de dos e mayores, o de la groseza que las quisieran. E hállanse de aquestas piedras en todo aquel valle, como minero de ellas, e cavando, las sacan según que las quieren o han menester".

Parece que los indios mostraron mayor obsesión en esconder de los invasores españoles este tipo de piedras que el oro y las joyas ¿porqué? un buen comienzo para la meditación trascendental. En mi profana opinión las que pudieron transportar en canoas fueron llevadas a Cuba para ser enterradas allí.

NUEVA ZELANDA

En Nueva Zeilán o Nueva Zelanda existen unas piedras llamadas “Moeraki Rolling Stones” cuyo misterio debió embargar de tal manera a Mike y Yaguer y sus satánicos amigos, que así llamaron a su famoso grupo de rock and roll, quizás la propia denominación de este tipo de musuca se debe a estos cantos rodados. 

Sea como fuere, estas piedras fueron sagradas para los Moeraki desde la antigüedad más remota y hoy en día son una atracción turística que se erosiona y se hunde para siempre en las arenas de la playa. Da la impresión de que en este caso las quisieron ocultar para siempre. 

Se quiere suponer son formaciones rocosas generadas en el fondo del mar, a partir de un núcleo calcáreo lo que pone de manifiesto un absoluto desconocimiento de los procesos sedimentarios.

La esfericidad es casi perfecta y los tamaños son muy similares a los de Costa Rica, es decir, hasta 2 metros de diámetro. 

Algunas están quebradas supuestamente por la por la erosión, pero eso es también un desprecio por los estudios que se tienen de los procesos de erosión, por lo que es más plausible la acción de cuñas en diaclasas o dinamita gringa. 

Los aborígenes neozelandeses aseguran que son obra de los pobladores originales de la Isla que vinieron del cielo.

ISLA DE PASCUA

En “Ahu te pito kura”, al norte de la Isla, junto a un enorme moai caído de más de once metros de largo y 80 toneladas de peso (uno de los mas grandes) se encuentran los “Ahu”, una especie de castros en cuyo interior hay un grupo de esferas de piedra que se le atribuye fines ceremoniales de fertilización y enterramiento. 

Se cree que allí se hacía culto a los primeros ancestros, y se afirma que algunos presentan orientaciones astronómicas relacionadas con los solsticios y equinoccios.

Una de las cosas que más llama la atención es el lenguaje. Pito signidica piedra redonta tanto en Pascua como en demótico (egipcio antiguo), pita es pan redondeo en árabe, y Pitágoras, se piensa (bueno, sólo yo lo pienso) que no es el nombre de un señor con turbante, sino el pseudónimo de una escuela de pensamiento que aglutinaba cuatro términos jeroglíficos: pi (la razón entre la longitud y el diametro de la circunferencia), ptah (la razón entre el cielo y la tierra en sus cuatro puntos cardinales), gon (fertilidad en alquimia y ángulo en geometría) y ra (el Sol y el heliocentrismo). 

Conjeturas propias aparte, en méxico, al menos en nauatl y en maya, la palabra pito tiene atribuciones geométricas con el círculo y con la piedra, y, en la gran tenochtitlan había un territorio con este nombre que hoy es un barrio marginal del D.F. Hay quien adora las casualidades para explicar este tipo de cosas, yo adoro este tipo de piedras.

El  pito de Pascua probablemente fuera un recuerdo de 'te pito' o 'te henua' en Hiva. Existe una leyenda que cuenta que las esferas de piedra fueron traídas por un rey antiguo llamado Hotu Matua desde su tierra natal Hiva (no se sabe dónde se encuentra este lugar) y se dice que desde su interior irradia el poder espiritual de aquellos primeros pobladores conocedores del Universo y de las rutas del mar, porque hay que reconocer que esferas y moais aparte, la sola presencia humana en la isla de Pascua es un tremendo problema para la ciencia y para la historia que aún no se ha resuelto.

Lo que sí nos cuenta la mitología pascuense es, que allí se reunían los sabios (maories), los médicos (taotes), y los guerreros (matatoas) para elgir de entre los posibles candidatos a los relevos generacionales. Detallan que quien labantara la piedra seria maori y quien sólo la moviera seria matatoa. Hoy se cree que la mujer que se sienta de día en la piedra quedará preñada de dioses y que el hombre que se sienta en ella de noche recuperará su fertilidad. También se cree que se paran los reloges que se colocan encima y que las brújulas se desorientan, pero, como dije antes, no he tenido el placer de comprobarlo.

BOSNIA

En Bosnia-Herzegovina se han declarado virias colinas cubiertas de bosque como pirámides artificiales. Se han iniciado en 2005 excavaciones que han piesto de manifisto la existencia de túneles y estructuras arquitectónicas que así lo demuestran, aunque es muy posible que la parte artificial de dicahs estructuras disten mucho de la complejidad que ofrecen otras pirámides como las egipcias o las atlánticas.

Semir Osmanagic es el director de dichas excavaciones y ha sido muy criticado por la comunidad científica por utilizar la arqueología para promover conceptos tan heréticos como asociar el sitio de Bosnia con las pirámides mayas y mitos como el de la Atlántida o Lemuria, así como por datar el conjunto en torno al 12.000 ac. 



Al menos le dejan excavar y su petición a la UNESCO de declarión de patrimonio de la humanidad ha sido admitida a trámite. 

Además el merchandising "bioenergético" que se ha montado es comprensiblesi lo que pretende es financiación para continuar las excavaciones después del reciente genocidio que ha padecido el país y la presente crisis que ha cerrado el grifo a la cultura en toda Europa.

En medio de todo este escenario, un riachuelo aparentemente tranquilo, que se había desbordado en 1938 socavando una profunda barranca en una zona donde los materiales se encontraban más sueltos de lo normal en la zona, pusieron de manifiesto unas esferas de piedra perfectamente talladas aunque algunas muy deterioradas por agentes erosivos naturales y también humanos. 

El tamaño de estas esferas es tan variado como en Costa Rica aunque infimamente numeroso, y al igual que en Costa Rica la mayoría han sido trasladadas a jardines privados como exóticos elementos ornamentales, aunque no hay tal cantidad de ellas como para adornar las entradas de instituciones, paseos y plazas públicas,  como en el citado país latinoamericano.

CARTAGO

En las ruinas de la mítica capital fenicia a la que los romanos denominaron Cartago cuando sus ancestrales enemigos grandes maestros de la construcción la reconstruyeron de la nocehe a la mañana, se han encontrado, entre otras muchas casualidades inexplicables, almacenes enteros de esferas perfectamente redondeadas. 

En este caso se parecen a las de Cuba pues son de tamaño generalmente pequeño (no llegan a un metro de diámetro), pero son muchísimas y de una esfericidad que raya la perfección. 

Como en la mayoría de los casos de difícil explicación se prefiere aplazar el razonamiento para tiempos de menor sensibilidad político-religiosa y se hace oficial la absurda hipótesis de que son proyectiles de artillería... ¿Para qué bolas de cañón o de catapulta tan perfectas? 

Creo que cualquier concejal de urbanismo, obispo, cardenal, imán o ayatolah nos lo podrá explicar oficial y eficientemente.

miércoles, 20 de julio de 2011

Olmecas, triple problema sin resolver

Los olmecas fueron un pueblo que apareció de manera súbita en torno al 1.300 a.c. en Mesoamérica (raíces culturales y antropológicas de Centroamérica y de parte de México) y que supusieron un cambio drástico en el sistema de vida paleo-indio.

La aparición de los olmecas en el continente supuso para los pueblos nativos de aquellas regiones un salto prácticamente de la edad de piedra a la sociedad agrícola, citadina, ganadera e industrial capaz de trabajar el hierro, el oro, la plata, la obsidiana y la piedra de una manera tan formidable que sólo pudo ser igualada por los mayas muchos siglos después.

Uno de los grandes problemas de la arqueología olmeca es averiguar de dónde salieron estos adoradores del jaguar, el águila y la serpiente, cuya irrupción en la historia supuso para los pueblos aborígenes de Veracruz en México que se saltaran varias edades de la evolución humana, como son el neolítico y la edad del bronce, si no es que la del hierro también.

Las primeras especulaciones sobre este problema partieron, como es lógico, de las culturas andinas, que como se sabe ya sin ninguna duda, llevaban por aquel tiempo del primer olmeca, muchos milenios organizados en ciudades espectacularmente construidas en lo que podríamos calificar de "el techo del mundo suramericano".

Sin embargo, la fisionomía de los pueblos andinos no tiene el menor parecido con la del olmeca.

A quién se parecen los rasgos faciales, la indumentaria, el porte e incluso el arte, es un problema aún más inquietante y difícil, ya no de explicar sino de aceptar por parte de la comunidad antropológica, el problema de que una parte son negroides, por no decir negros como los masai, dogón o nubios africanos.

Para poner peor las cosas, hay otra parte de las fisionomías olmecas que son, además sin lugar a dudas, claramente asiáticas pues el arte del olmeca es lo suficientemente realista como poner en graves aprietos a todas aquellas teorías pseudo-darwinistas relativas al aislamiento del continente americano.

Por si con esto no tuviéramos bastante, podemos añadir a este maremagnum de cosmopolitismo olmeca, el olmeca barbudo, el olmeca de rascos europeos al que le han crecido las barbas, y para rizar el rizo, aquel otro olmeca que tiene rasgos orientales y además luce exhuberantes barbas en un gesto que se parece bastante a una mezcla entre la postura del loto y el héroe bueno del teatro chásico mandarín.

Pero no acaba aquí el problema. Hoy está de moda todo aquello relacionado con los mayas porque precisamente ahora, en apenas año y medio se termina un ciclo cronológico de 5.125 años, ciclo que se conoce como calendario de cuenta larga o de la precesión de los equinoccios. Un ciclo que se ha demostrado científicamente exacto hasta cotas que no dejan de asombrar a los expertos, y que se encuentra simbolizado en una serie de cronogramas de piedra cuidadosamente tallados que se conocen vulgarmente como "calendarios mayas de cuenta larga".

Los más entendidos explican que cada vieja ciudad maya o anterior (olmeca) albergaba su propio calendario en el que figuraban las peculiaridades y totemizaciones de cada una de las comunidades que se veían identificadas en uno de los núcleos urbanos, diferencias en la forma que no en el fondo que es la forma de medir el tiempo y los signos de cada umbral, y esto es extensible también a los calendarios aztecas.

Pues a tenor de que las excavaciones, a medida que se profundizan y se abren nuevos estratos en los yacimientos, se pone de manifiesto que no alguna de las ciudades aztecas y mayas tuvieron un origen olmeca, sino que lo tienen la mayoría de ellas, lo cual parece dar la razón a aquellos que apostaron por que el calendario maya y azteca, con sus diferencias lógicas crónicas y diacrónicas, son en realidad variantes o derivaciones del que se debería calificar como calendario olmeca.

Y esta afirmación supone otro problema más a añadir a la arrogante bofetada que supone para la razón y la ciencia actuales, la presencia olmeca.

Así pues, si se saltaron varios peldaños en las edades del hombre ¿de dónde sacaron el tiempo que se necesita para observar el cielo de manera tan precisa como para comprender un ciclo que dura más de 5.000 años con todo lujo de detalles, como expresan los citados calendarios de cuenta larga?

El problema olmeca es por tanto una triple incógnita que mantiene en perpetua controversia a los expertos, un misterio al que si no solución una navegación mucho más desarrollada de la que se ha previsto, tendremos que recurrir a Mulder y Scully para que nos la resuelvan.

En arqueología e historia, no hay nada escrito (valga la contradicción) y hablar de los olmecas, los antepasados más directos que tienen los mayas es borrar todo lo que se ha escrito de ellos, porque suponen un misterio que escapa a toda lógica y que únicamente entraría dentro de lo posible si se aceptara de una vez de manera oficial la posibilidad de la conexión transatlántica entre los continentes americano y africano, y la transpacífica entre Asia y America, o incluso la circunnavegación global.

Sea como fuere, y las últimas investigaciones parecen confirmarlo, deberíamos empezar a transformar la idea generalizada de que Europa es la cuna de las culturas y el adalid del desarrollo tecnológico y las comunicaciones, por otra idea un tanto más controvertida, y durante el pasado siglo descabellada, que indica lo contrario. Parece que Europa ha sufrido precisamente un aislamiento cultural y tecnológico global durante el último milenio del que sólo ha empezado a salir desde que Cristóbal Colón y Marco Polo se arrojaron al escabroso mar en buscade lo ignoto, como ya lo habían hecho una legión de héroes desconocidos y aventureros de todo el mundo, muchos milenos antes.

Cuesta digerir tales afirmaciones, es comprensible. Y las pruebas de todo esto hay que buscarlas en los continentes porque el océano se ha tragado todo lo demás y ha corroído todo posible resto arqueológico. Pero la lucha hacia la verdad y la luz del conocimiento continúa por más que se esfuercen los cánones de la vieja escuela, y no tardaremos en recibir sorprendentes conclusiones como está y nuevas hipótesis que siquiera imaginamos de la mano de la intuición y de la ciencia, corceles bravíos e indomables que tiran del carro de la humanidad con más brío que nunca.

La vieja discusión de los arqueólogos del "qué pintarán aquí estos objetos tan raros", y la terquedad del historiador que se aferra al "no puede ser porque aquí lo pone", se abre en esta segunda década del siglo XXI con más fuerza que nunca.

La polémica esta servida sobre la mesa y echa humo, soplen con cuidad no se vayan a quemar... y buen provecho.